Desde sus orígenes procesionó la imagen del Crucificado que tallara en el siglo XVII José de Mora por encargo de los Clérigos Menores de  San Francisco Caracciolo, para la iglesia de San Gregorio Bético. Esta imagen fue realizada en la casa albayzinera  de los Mascarones, cerca de la Plaza de Aliatar.   La imagen a lo largo de los siglos también ha recibido los nombres y advocaciones de Cristo de la Salvación y Cristo de la Expiración.  Nuestra imagen, tras la exclaustración desamortizadora de Pascual Madoz, pasó  a la parroquia inmediatamente más cercana, en este caso,  la Iglesia Parroquial de San José.
     La fundación de esta  Cofradía fue iniciada por algunos de los empleados de la Delegación de  Hacienda en Granada, viniendo a conocerse popularmente como  “Cofradía de los ladrones”. El párroco de San José D. Ángel Guevara Horcas, como verdadera alma mater, potenció la fundación de la Cofradía pensando en que no fuera mala cosa que hubiera en su Iglesia una cofradía de Semana Santa, como esa otra del Vía Crucis de la vecina parroquia de  El Salvador. Todo esto llegó a su término el  día 6 de Mayo de 1924 con la fundación de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia (del Silencio). Los nuevos estatutos fueron definitivamente aprobados también en este año de 1924 por el Cardenal-Arzobispo de Granada Don Vicente Casanova y Marzol, y siendo refrendados por el  Papa Pío XI, añadiéndole al título de la Cofradía,  el de “Pontificia”, y posteriormente con el nombramiento de el Príncipe de Asturias como Hermano Mayor Honorario, se le añadiría el de “Real”. La primera vez que el Santísimo Cristo de la Misericordia procesionó con su cofradía fue en el año de 1925 y con la cruz original de taracea -no se sabe con certeza si también procesionó en el año 1926 con dicha cruz-;  en 1925 se inició el proyecto de una nueva cruz para su desfile procesional, siendo ésta la que actualmente procesiona con la copia por puntos que realizara el escultor y profesor granadino D. Antonio Barbero Gor.
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Fotografía:  José Martínez Rioboo, 1925.

     Dejando atrás la inicial década de los años veinte para adentrarnos en la conflictiva de los años treinta, y con el peculiar marco socio-político que devino con la II República, en especial para los intereses de la Iglesia, vemos como son varios los años en que por prudencia y ante el clima de anticlericalismo, se decide no procesionar por las calles de Granada, dejando tales circunstancias, anécdotas que en sentido contrario ayudarán a escribir páginas hermosas de nuestra historia, entre las que cabría citar el solemne Quinario a nuestro Cristo en la Iglesia de San Antón o su traslado y permanencia a la S.I. Catedral de Granada, por el temor existente en que tanto la albaicinera iglesia de San José como la imagen de José de Mora, pudieran ser objeto de  ataques, o incluso pasto de las llamas.  En aquél panorama de incertidumbre,  conocidos son los episodios de ataque a Iglesias y Conventos, y de los que tampoco fue una excepción la propia Granada y el barrio del Albaicín; especiales para nuestra historia particular fueron el incendio de la Iglesia de San Nicolás en 1932 o los acontecimientos acaecidos durante la noche y madrugada del 10 de marzo de 1936 en que quedaron reducidas a cenizas las Iglesias de El Salvador, el Convento y Capilla de las Tomasas, el Teatro Isabel la Católica, el Café Colón o los talleres del diario IDEAL entre otros, a los que no escapan las escaramuzas sobre la iglesia de San José.  Estos hechos motivaron medidas de urgencia tales, como el establecimiento de  turnos de guardia efectuados por Hermanos-Cofrades en la propia iglesia de San José equipados con cubos de agua como única arma ante la posibilidad de un incendio, e incluso, el acometer determinadas obras y reparaciones a fin de aminorar los riesgos que tanto la iglesia como las imágenes pudieran sufrir, por ejemplo:  el tapiado del ventanal al exterior de la capilla, el sellado de la puerta que bajo el órgano salía al huerto, el sellado de una puerta junto al aljibe, el revestimiento metálico de la puerta de la sacristía, o los refuerzos en los herrajes del cancel.  En todo caso durante ciertos años del régimen republicano no hubo procesiones, y por lo tanto se le rindió culto en otras iglesias de nuestra ciudad, recibiendo el cariño y la devoción del granadino devoto y fiel.
     Finalizada la fratricida contienda, el entonces Coronel-Jefe del 4º Regimiento de Artillería Ligera con plaza en Granada,  hizo promesa de que fueran soldados de dicha arma los que cada año llevasen al Cristo de la Misericordia, y es por ello que  hoy día se conserva la presencia de una escuadra de gastadores acompañando el paso del Cristo de la Misericordia, y por la que -junto a otras Hermandades y Cofradías- aún se mantiene una estrecha y permanente relación con las Fuerzas Armadas y el Ejército de Tierra a través de diversos oficiales superiores y mandos tanto en el Gobierno Militar de Granada  como en el actual  Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC), éste último ubicado en la que fuera sede de la antigua Capitanía General de la IX Región Militar.
     Transcurren los años y las décadas en una Granada que sigue ensimismada, caminando como tantas otras provincias y ciudades con parsimonia desde la dura posguerra hacia el desarrollismo de los años cincuenta y sesenta.  Son años de trabajo “en silencio” –cosa lógica en nosotros- y de proyectos que se suceden en novedad unos a otros, de cultos ejemplares  y  solemnes quinarios, mientras la devoción hacia nuestro Crucificado aumenta en Granada.  El paso sobre el que procesiona la imagen fue encargado por la Cofradía a mediados de los años sesenta a los hermanos Romero y siendo estrenado en 1966.  Debido al largo de las trabajaderas que tenía, dejó de pasar la Cofradía por la popular calle Grifos de San José, subiendo en su lugar por la Cuesta de la Alhacaba y el Carril de la Lona.  Y llegamos al verano de  1967 para ver a nuestra imagen expuesta en las dependencias del Hospital Real con motivo de  la exposición antológica sobre la imaginería granadina; allí y debido a la alianza de las condiciones ambientales de la sala con las climatológicas del exterior por encontrarnos en época estival, sufrió nuestra sin par talla el deterioro causado por la falta de humedad, viniendo a resecarse sobremanera  y a dañarse la policromía y las juntas de las maderas,  en especial, las que  denotan entre brazos y tronco, produciéndose también un ensanchamiento de algunas grietas anteriores.
     Siguen pasando los años y llegamos al histórico 1975, año en que nuestra Cofradía encaraba su Semana Santa con tres serios frentes abiertos.  La Iglesia de San Pedro estaba por entonces en obras, llena de andamios y sin techumbre y hubo de iniciarse la Estación de Penitencia desde el vecino convento de San Bernardo de Zafra; el Crucificado no podía de ningún modo exponerse al peligro de hacer el recorrido sobre su trono – ¡tal vez hubiera sido una catástrofe! – y la réplica no estaba aún terminada ; la solución heróica fue sacar al Cristo de la Misericordia tendido en las mismas angarillas con las que actualmente se le traslada desde San José, siendo llevado a hombros de sus propios Cofrades. Pasaron los años y fueron acabando los setenta con una réplica del Cristo, un nuevo paso o trono y unos jóvenes entusiastas, casi adolescentes, que hicieron las veces de costaleros. En 1979 al ofrecerse desinteresadamente unos jóvenes para portar  el paso, fueron sustituídas las largas trabajaderas del paso por otras más cortas e interiores, volviendo a atravesarse los Grifos de San José.
     En 1987 se une la Cofradía con la Hermandad Sacramental del Señor San José y de Ánimas, pasando a adaptar su nombre y a cambiar el antiguo escudo por el actual, el cual presenta la novedad de una custodia en el lado derecho y de una granada en el lado izquierdo, así como tiara pontificia en el centro con dos llaves en sotuer. También éste año lo fue de la firma del contrato  de arrendamiento del primer piso derecha del inmueble sito en la calle San Matías número treinta y tres, para su destino como Casa de Hermandad, tras haber sido debidamente acondicionado por su propietario según las necesidades de la Cofradía. Constaba de una magnífica y recoleta Capilla, Sala de Juntas, despacho para el Hermano Mayor, Secretaría, gabinete de visitas, almacén, cocina y servicio.
     Entre diciembre de 1994 y abril de 1995 la restauradora Dª. Bárbara Hasbach Lugo y su equipo, acometieron el proceso de restauración de la sagrada imagen de Mora, que presentaba no ya un estado lamentable sino alarmante, encontrándose para sorpresa de todos, un documento con la firma del autor José de Mora en el interior de la propia talla. En dicho proceso se restauró igualmente la cruz original de taracea, consolidando su estructura y recomponiendo como si de un puzle se tratara, todos y cada uno de los fragmentos originales de taracea desaparecidos con los años, devolviéndola a su estado original y con el que podemos admirarla en la actualidad. Cruz y crucificado volvieron de nuevo a unirse en el calvario de la capilla de San José.
     Fue en ésta década de los noventa del desaparecido siglo, y  a  poco  que los  órganos de gobierno de la Hermandad y Cofradía se abrieron a una ilusionada juventud, aparece y toma cuerpo un grupo joven que al poco vino a denominarse J.H.S. -Juventud de la Hermandad del Silencio-, adoptando con buen criterio las siglas que lo son para “Jesús Hombre Salvador”. Este grupo juvenil de inmediato se implicó en acometer proyectos de trabajo de cierta importancia por aquellos años, que debieron de compaginar con sus estudios de bachillerato y universitarios, resultando así la aparición del actual Boletín “Divina Misericordia” y la creación del Cuerpo de Hermanos Costaleros. Ambos proyectos llegan felizmente hasta nuestros días, y siendo responsabilidad de todos sigue teniendo nuestra juventud cofrade mucho que decir en ellos.
     En 1999 se celebró el 75 aniversario de la creación de la Cofradía, poniéndose a la venta el libro conmemorativo “Misericordia y Silencio”, publicado en la  Editorial Comares, y que saca a la luz pública no pocos aspectos de la Cofradía desconocidos por muchos -éste libro aún se puede adquirir en la la Casa de Hermandad-. También nuestro amantísimo Titular, fue trasladado a la Iglesia del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de Granada para la celebración del Quinario cuya Función solemne lo fue en Sede Metropolitana y en donde estuvo presidiendo la Eucaristía. Durante los actos de celebración del V Centenario del Nacimiento de San Juan de Dios -Orden con la cual está hermanada el Silencio-, el Santísimo Cristo de la Misericordia de Antonio Barbero Gor, quedó situado en el retablo mayor de la Basílica de San Juan de Dios, dejando a sus espaldas la urna con los restos y reliquias del Santo hospitalario; el quinario del Silencio de ese año se celebró en la citada Basílica de Ntra. Sra. de la Inmaculada y San Juan de Dios. Y comenzando un nuevo siglo y milenio, nuestro Titular junto a otras notables imágenes de gran calidad artística, fue llevado a la Catedral para formar parte de la Exposición “Jesucristo y el Emperador Cristiano”, en el V centenario del nacimiento del emperador Carlos I.
     Ya en el año de 2009, vivió nuestra Hermandad y Cofradía entre otros, dos magnos acontecimientos; por un lado, la inauguración el Miércoles de Ceniza de la tan anhelada página web oficial, en la presente dirección www.misericordiaysilencio.es, y de otro, el contemplar cómo la talla que saliera de las gubias y formones del magistral Mora, volvía a las calles de Granada para procesionar -bajo licencia eclesiástica del Ordinario-, en la Passio Granatensis que aconteció en la tarde del Sábado Santo 11 de abril de 2009.  Como bien saben vds., la intermitente lluvia de esa tarde en el cielo de Granada y más concretamente sobre la Plaza de las Pasiegas, no quiso perderse su particular cita con la historia para dejar su impronta en los anales cofrades de nuestra ciudad.
     Por último a lo largo del año 2010, nuestra Hermandad y Cofradía fue reconocida como “Socio de Honor” por la Archicofradía Universal del Apóstol Santiago, en reconocimiento a la vinculación que existiera desde nuestro origen allá por el año 1924 con la Cruz y la Orden de Santiago, motivo por el cual se luce en las capas de los mayordomos, una cruz de Santiago coronada de espinas.  También y con motivo de los acontecimientos entorno a la beatificación de Fray Leopoldo de Alpandeire, fuimos distinguidos y honrados por la concesión de la reliquia “ex ossibus” (de los huesos) de nuestro querido beato capuchino.